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miércoles, junio 08, 2005

EL PLAYBOY



El Playboy, única obra del canadiense Chester Brown publicada en España de mano de ediciones La Cúpula en 1995, dentro de su colección Brut Comix, nos narra la historia de amor de un adolescente Chester con una mujer de papel, la que ilustra la portada del primer Playboy que vió en su vida. Aunque al final destaque como un cúmulo de experiencias onanistas, esta obra posee muchas más capas en la que explorar siendo la más interesante el cúmulo de sensaciones que conlleva cada nuevo número de Playboy.
Acompañados por un alter ego en forma de diablillo que nos guía a través de sus recuerdos al mismo tiempo que ejerce como tentador del propio Chester quinceañero, nos va mostrando las sensaciones y temores que hacen de la compra del primer Playboy una especie de despropósito comprensible debido a su temprana edad y el miedo a ser descubierto, despropósito que resultara lejanamente familiar para la mayoría del género masculino. ¿Quién de nosotros no ha ido hasta la otra punta de la ciudad para adquirir la revista objeto de nuestros primeros deseos? También nos muestra la ola de culpabilidad que nos invadió en nuestra primera masturbación, deseando por jamás de los jamases no haber comprado nunca la revista.
Sin embargo, la carne es débil y Chester recae, no una, sino varias veces en el prohibido placer que proporcionan las señoritas del Playboy, contándonos a través del diablillo sus nuevas peripecias retratadas con una memoria pasmosa. ¡Si hasta de acuerda de la fecha en que los compró! E incluso diversas formas de deshacerse de ellos, siendo el más desquiciante viajar hasta Montreal para tirarlos en una papelera de la estación.
En ese continuo tira y afloja entre su deseo y su conciencia nos va mostrando los distintos grados de placer y culpabilidad con una innata facilidad que hace que dichos sentimientos nos sean demasiado cercanos, al menos los de nuestra época de adolescente con granos. Hay momentos muy logrados como el episodio de la muerte de su madre y el sentimiento de culpabilidad al sentirse observado por ella desde el cielo mientras desentierra el numero del Playboy que ocultó en el campo.
A medida que va madurando Chester, su interés por las nuevas féminas que ilustran el Playboy decae, sintiendose atraído por las antiguas publicaciones que dieron vida a su juventud, adquiriéndolas en una tienda de segunda mano y volviéndose a enamorar de la primera chica que vió en la portada. Y es que hay viejos amores que nunca mueren.
Por eso esto es la historia de amor entre un adolescente y una chica de papel.
Estilísticamente posee un estilo depravado que acentúa el ambiente onanista de cada página que pasamos, con líneas sencillas pero efectivas y cierto estatismo que no hace sino acentuar la tensión sexual en cada nuevo número de Playboy. En cambio las viñetas aparecen como cuadrados desiguales repartidos sobre un fondo negro sin razón alguna que evidencie la necesidad de esta disposición. Quizás para acentuar el ambiente oscurantista que rodeaba el tema de las primeras experiencias sexuales.
De todas formas este es un ejercicio de valientísima sinceridad y unas puertas abiertas de par en par que nos invitan a entrometernos en su vida sexual aunque las portadas de ambos números (originalísimas y muy directas, por cierto) tiren para atrás.
En definitiva, una obra totalmente infravalorada que ha impedido la publicación de más obras de este autor en nuestro país que, para más señas, es el amigo que aparece con Seth en las páginas de la maravillosa La vida es buena si no te rindes.

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