GREY
Creo que ya dije en alguna ocasión que no me gusta dividir las obras por géneros sino en obras buenas y malas. Lo cierto es que, a pesar de ello, existen un par de géneros que me imponen bastante recelo a la hora de adquirir tal o cual obra. Estos son el western y la ciencia ficción. El western es más afín a los filmes y es con este el que más me cierro en banda a pesar de existir maravillas como La Diligencia de John Ford y Bailando con Lobos de Kevin Costner. En cuanto con el género de la ciencia ficción soy un poquito más permisivo quizás por estar más relacionado con el mundo de los cómics como cualquier obra de Moebius o Yukito Kishiro.
Y la obra que comento hoy pertenece al género de la ciencia ficción y, salvando algunos detalles, es una obra cuyo interés trasciende las barreras del género. Grey es un manga de Yoshihisa Tagami, autor también de la inconclusa Horobi, ambas publicadas por Planeta.
Yoshihisa se basó, a la hora de escribir el guión, en la novela No tengo boca y debo gritar. Esta novela de Harlan Ellison, publicada en 1967 sentó la base de un futuro en el que la humanidad es controlada por una máquina que toma conciencia de si misma y creyendo que la humanidad quiere autoextinguirse, colabora con ellos en su proyecto, visión que luego compartiría James Cameron, el director de Terminator.
Yosihisha Tagami toma de la novela el concepto principal pero no su argumento pues en esta la humanidad se extingue gracias a una bomba nuclear mientras que cinco supervivientes son mantenidos con vida para ser torturados por la máquina en venganza por haberle creado mientras a lo largo de los 9 números de la edición española de Grey encontramos un mundo enfrentado en dos bandos que guerrean entre si para ganar créditos, créditos que son canjeados por un aumento de rango siendo el máximo escalafón el de Ciudadano quien abandona la guerra y lleva una vida relajada y tranquila. Dentro de este mundo el personaje de Grey es toda una leyenda pues ha ascendido a una velocidad vertiginosa, en homenaje a su novia, Lips, una soldado que murió en combate. En el último combate conoce a Nova con quien hará buenas migas.
Sin embargo, un amigo de ellos, Red, ha desaparecido por lo que Grey y Lips se embarcan en un rescate no autorizado. En él, Nova morirá y descubrirá que ambos bandos no son sino un complot de la máquina que controla a la humanidad para que esta se extinga alegremente. No en vano, la máquina responde al nombre de Juguete.
Grey, malherido es rescatado por el otro bando quien le dará un nuevo cuerpo y le piden que luche contra el otro bando, cosa a lo que Grey se niega rotundamente. A pesar de todo la resistencia será derrotada y solo quedarán Grey y la Princesa Lara, jefa de la resistencia. Ambos se embarcaran en un proyecto común: Destruir a Juguete.
De acuerdo, este planteamiento no es muy original respecto a otras obras de ciencia ficción pero, considerando que ya casi todo esta inventado y lo que cuenta es la forma de narrarla, entonces estamos ante una obra digna de ser disfrutada. Para empezar, no se sienta desde el principio las bases del futuro en que se desarrolla la historia sino que su descripción formara parte de la misma historia, desgranando poco a poco los misterios de la sociedad en la que vive Grey, lo que hace su lectura sumamente interesante al no tratarse esta una historia ambientada en el futuro sino una historia sobre el futuro. También la historia está narrada con eficacia y dignidad a pesar de estar plagado de chistes malos americanos en los momentos más inoportunos (no sé si esto será cosa de Viz Cómics, edición americana en la que se basó Planeta) No obstante, el tramo final es de los más emocionantes que he podido leer. En él, Lara y Grey se van aproximando de forma intensa y emocionante a Juguete para concluir la historia solamente con una pregunta y una respuesta.
El aspecto gráfico de Yoshihisa Tagami merece una mención aparte pues en el momento de su publicación supuso una bocanada de aire fresco para los lectores habituales de manga. Si bien no es impactante, si es muy correcto siendo en ocasiones muy original y sobre todo adecuado para reflejar el ambiente en el que se desarrolla la historia a pesar de tener un diseño bastante retro de la maquinaria que despierta nuestra vena más nostálgica. Los personajes son muy icónicos y simples pero con una personalidad definida. Su estilo es bastante deudor de Ryoko Ikeda, la autora de La rosa de Versalles pero con un sello que le hace prácticamente inconfundible dentro del ya saturado mercado nipón. Desde mi humilde punto de vista Yosihisha crea una sensación en el manga similar a la que produce Comés en el cómic europeo.
Creo que ya es hora de que las editoriales se planteen la recuperación de este carismático autor cuyo Grey vió la luz en España en el ya lejano 1992.
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