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jueves, febrero 10, 2005

EL CASO MADAME PAUL



Seguramente poca gente conoce las obras menores de Julie Doucet, autora del genial Diario en Nueva York, como son El caso de Madame Paul, publicada dentro de la misma editorial y la pequeña historia Si yo fuera hombre, en la revista de cómic, NSLM, de Camaleón Ediciones en 1988. Estas tres historias es lo poco que hay publicado en España de esta estupenda autora underground originaria de Montreal.
Centrándonos en El caso de Madame Paul, publicado por la editorial Inrevés en abril de 2002, sigue similares pautas que en Diario de Nueva York para contarnos una nueva historia autobiográfica con tintes folletinescos de misterio y bastante comedia de situación. Esta fue una obra publicada en 40 entregas en un diario de Montreal, lugar de nacimiento de nuestra autora y que fueron posteriormente recopiladas en formato novela gráfica. En ella nos narra como Julie y su nuevo novio André encuentran un piso en un edificio regentado por la portera, Madame Paul. La capacidad de Julie para atraer personajes raros es inaudita, pues su novio no se diferencia mucho de los psicópatas que pululaban por su cama en Diario de Nueva York, mientras que Madame Paul es un prodigio de excentricidad capaz de presentar a su sobrino Jacques por no considerar a André lo suficientemente hombre para Julie y de contar diferentes versiones de su vida. Pero los vecinos tampoco se quedan cortos. Un ex-presidiario que carga contra las cosas de su piso para finalmente arrojarse por la ventana, el vecino Robert que pretende dejar su televisión en el hogar de Julie pues otro vecino pretende suicidarse metiendo la cabeza en el horno de gas. Y para colmo su gata esta embarazada. Las cosas no podían ir mejor a nuestra Julie.
Sin embargo es con la repentina desaparición de Madame Paul cuando comienza el misterio. Apoyándose en su amiga de la facultad, Sophie, descubrirá un sótano donde parece ser que se refugiaba alguien. ¿Un fugado de la justicia? ¿Un pariente de Madame Paul? ¿Un realquilado más? Mientras los parientes de Madame Paul surgen como champiñones en pos de una herencia. Al final todo se resolverá usando una formula habitual en las representaciones teatrales en las que se reúne todo el mundo, acabando de la forma más sorprendente y graciosa posible.
Argumentalmente y en comparación con Diario de Nueva York, en la que va hilvanando anécdotas hasta acabar formando un collar de diferentes cuentas, en El caso de Madame Paul, es una obra bien planteada, con el clásico arranque, nudo y desenlace. Aunque a veces presta un poco de confusión debido a la avalancha de acontecimientos y personajes, nos ofrece unas situaciones propias de teleseries americanas pero con más mala uva. Es interesante el esquema que hace en cada página (cada una de ellas corresponde a una entrega) ya que mantiene la intriga pero al mismo tiempo aportando detalles reveladores y a veces regalando minúsculas historias completas sobre cosas sin importancia que enriquecen la línea argumental principal.
Gráficamente no se difiere mucho del Diario de nueva York pues sigue representando unos personajes algo cabezones pero muy expresivos. Estos personajes siguen siendo desproporcionados respecto a los escenarios, en cuyos ambientes insiste en su característico horror vacui, llenándolo todo de objetos de gran detalle con el propósito de crear una atmósfera opresora y envolvente, empleando claroscuros y un tono intermedio.
Sin embargo, esta desmedida atención a los pequeños objetos es realizada también con el propósito de reflejar los detalles cotidianos de su época de estudiante.
En fin una obra que se disfruta como quien ve un capítulo de Aquí no hay quien viva y que hará disfrutar a los incondicionales de Julie Doucet y su Diario de Nueva York.