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martes, junio 01, 2010

UNA DEDICATORIA, UNA RESEÑA. TODO EL POLVO DEL CAMINO


Después del excelente sabor de boca que había dejado Lo que el viento trae, esperaba con impaciencia el nuevo trabajo de Jaime Martín, y fue en el Saló del Cómic de Barcelona de este año cuando encontré Todo el polvo del camino. Hasta ahora, y que yo recuerde, Jaime Martín siempre había trabajado en solitario y en esta ocasión da vida y color a un guión firmado por el brasileño Wander Antunes, siendo esta la primera vez que cuyo trabajo forma parte de la colaboración con otro autor. Y el resultado es bastante productivo aunque, a mi modo de ver, no acaban de cuajar del todo entre ellos.
Ambientado en la Gran Depresión Norteamericana, temática ambiental que tan buenos resultados dara en Las uvas de la Ira, film de John Ford, De ratones y hombres, libro de John Steinbeck o Reyes Disfrazados, cómic de James Vance y Dan Burr, por poner un ejemplo de cada uno de los medios.
Pero volviendo a Todo el polvo del camino, Wander Antunes firma un guión de carreteras polvorientas, trenes furtivos y destinos inciertos donde Tom, un hombre tocado por la crisis económica camina sin rumbo fijo, al contrario que Buck, un chaval que le importuna en su peregrinaje, motivado por las ansias aventureras aprehendidas en los relatos de Jack London. Un breve encuentro que finaliza con la despedida en una locomotora en marcha pero que marcara el porvenir de Tom. Mas tarde, un accidente de automóvil desencadenara el encuentro de Tom con el padre de Buck, un hombre enfermo, quien le pide que le ayude a encontrarlo. Tocando la fibra sensible de Tom, consigue su propósito. De esta manera, Tom reanudara otra expedición, no en pos de una solución a su precariedad sino a la pesquisa del chaval, embarcándose en una suerte de road movie salpicada de anécdotas y encuentros de carácter trágico, producidas por la miseria de la época.
El guión de Antunes es correcto y bien hilvanado, motivado por su fascinación hacia una de las épocas mas oscuras de la historia Norteamericana y elaborando pequeñas tribulaciones, creíbles y bien encajadas en el relato. Sin embargo, se le nota carente de ambiciones pues la odisea es breve y el final amable, dejando cierta sensación de intranscendencia a lo leído. Con eso no quiero decir, de ninguna manera, que la novela sea floja, sino que es apropiada y de lectura atrayente, pero solo eso.
No obstante, el trabajo gráfico de Jaime Martín es de un agrado visual que elimina toda duda a la hora de ponerse o no con su lectura. Y es que tengo la completa certeza de que cada día trabaja mejor y pone todo su empeño a la hora de ilustrar, como demuestra la abundante documentación que emplea así como su estupendo uso del color. Con línea deshilachada, como los harapos de los vagabundos, Jaime va trazando y perfilando a los protagonistas y sus secundarios con absoluta credibilidad, sin recurrir a la ya socorrida exageración gestual y corporal sino participando de un sereno realismo sin perder las señas de identidad propias del medio.
Mención aparte merece el uso del color. Nunca he sido muy amigo del color digital pero en este caso lo emplea con sabiduría y eficacia, sin suprimir su carácter artesanal, creando ambientes crudos y palpables en su miseria. Interiores y exteriores. Mañanas, tardes y noches. Calor y humedad. Polvo y más polvo. La paleta digital empleada por Jaime Martín varía a voluntad en cada uno de los entornos cambiantes y aportando el dramatismo necesario. En ocasiones recuerda a Pellejero pero permanece como sello del autor, con una eficaz discreción al servicio de la lectura pero que vista con más atención, deslumbra por su ejecución.
El resultado de la colaboración entre ambos es un tebeo realista y creíble que revive el ambiente de miseria humana norteamericana de los años 30, como telón de fondo de una historia, también humana. Y si al principio dije que la colaboración entre ambos no llega a cuajar del todo es porque en este caso el dibujante ha superado al guionista, quien no ha sabido aprovechar la capacidad ilustrativa de Jaime martín para crear una historia más ambiciosa. Se lo ha puesto demasiado fácil.

Publicada por Norma dentro de la siempre interesante Colección Nómadas, es un tomo que, como Sangre de Barrio y Lo que el viento trae, hay que tener en cuenta dentro de la trayectoria de Jaime Martín.



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