EL REY DE LOS MONOS Y LA BRUJA DEL ESQUELETO
Uno de los libros favoritos de mi juventud (bueno, todavía soy joven, que conste) es el que comento hoy. ¿Cómo que este libro de ilustraciones no es un cómic? Bueno, vamos a reflexionar otra vez sobre ello, que remedio. Antes de nada describiré un poquillo el volumen en cuestión. El rey de los monos y la bruja del esqueleto forma parte de una obra muy famosa en la literatura china, la peregrinación hacia el Oeste. Escrita en el siglo XVI por Wu Cheng-en, narra la aventura de un monje llamado Santsang lanzado a la búsqueda de los libros sagrados búdicos acompañado del mono Suen Wu-kong, el cerdo Chu Pa-kié y el irascible Cha Ho-chang, en un largo viaje plagado de aventuras y peligros que duró nada menos que cien capítulos. Este libro es uno de ellos y también uno de los más conocidos.
Debido a la amplitud y complejidad del original chino, este capitulo fue adaptado por Wang Sing-pei para su edición francesa y complementada con bellas y preciosistas ilustraciones de Chao Hong-pen y Sien Siao-tai en la más pura tradición de las vasijas chinas con ciertos toques de modernidad. Estas ilustraciones se sitúan en la parte superior de cada página y apoyándose sobre un breve texto al pie, estableciendo de esta manera un fuerte vinculo texto-imagen que no puede ser separado sin correr el riesgo de perder el seguimiento de la historia. Así, se puede leer a la manera de un cómic solo que para pasar a la viñeta siguiente hay que pasar una página. Si se dispusiesen 6 de estas viñetas sobre una hoja, formando dos columnas de tres viñetas cada una y con el texto al pie, sigue siendo perfectamente legible, solo que su aspecto se asemejaría más al de un cómic normal. Por ello, se deben romper las barreras de tan estrechas definiciones que caracterizan al cómic como un arte exclusivamente de páginas llenas de viñetas y globos. Las posibilidades del cómic son infinitamente más amplias y eso incluye e nmuchos casos los cuentos ilustrados, como el que comente hace unos días, el de Snowhite.
Volviendo a la obra, esta es un relato de aventuras en la más pura tradición homérica en el que el viaje del monje Santsang se ve interrumpido por la presencia de una bella campesina que en realidad es la bruja del esqueleto metamorfoseada con el objetivo de probar la carne del monje. Solo el mono Suen Wu-kong se dará cuenta de su aura demoníaca por lo que la mata ante la perplejidad del monje y de sus discípulos. Mas tarde aparece la madre de la joven y tras lamentar su muerte, instara al monje a comprar un ataúd con el objetivo de llevárselo a su gruta, pero perece a manos de Suen Wu-kong. Igualmente el padre de la joven correrá la misma suerte. Santsang, víctima del engaño, expulsará a Suen Wu-kong, de acuerdo con los mandamientos budistas que prohíben el asesinato y continúan su viaje. Cuando llegan a lo que parece un bello templo budista que no es sino una ilusión que camufla un ejercito de demonios regentado por la Bruja del Esqueleto quienes capturan a todos menos a Chu Pa-kié. Este huirá en busca de su compañero Suen Wu-Kong, quien ha vuelto a su casa natal en la montaña de los frutos. Este, por despecho, ignora a Chu Pa-kié y la suerte de su maestro, lo que no es sino una treta para dar una lección al monje. Una vez se ha marchado Chu Pa-kié, rápidamente se pone su uniforme de guerra y sigue al cerdo a través de las escarpadas montañas hasta que este cae preso de los demonios.
En la gruta de la Bruja del Esqueleto, esperan a la madre de ella para celebrar el festín que se hará con los tres prisioneros. Una vez llega su madre, sorprendida, pregunta a su hija como los ha capturado. La bruja del esqueleto cede el paso a una bella joven, quien no es sino ella misma metamorfoseada. Luego aparecerá la madre y el padre, para desesperación del monje Santsang quien se da cuenta del engaño. Arrepentido, pide perdón a un inexistente Suen Wu-kong. En este instante, la anciana madre de la bruja se transforma en Suen Wu-kong y acaba con todos los demonios incluyendo a la bruja del esqueleto. Luego les explicará como siguió a Chu Pa-kié desde la montaña de los frutos y se encontró con la madre de la bruja del esqueleto, la mató y adoptó su forma para luego entrar en la caverna. Así, una vez liberados continuaran con su viaje en busca de los libros sagrados búdicos.
El relato, a pesar de ser una adaptación muy breve, es deliciosamente clásico, con su principio, nudo y desenlace, en el que se persigue una enseñanza, y es que hay que saber discernir lo verdadero de lo falso y que nunca hay que tener compasión de los demonios. En cuanto a las ilustraciones, estas son de un alto tono poético que emulan los coreografiados bailes y posturas del teatro chino. Por cierto, les recomiendo que vayan a ver ya la estupenda película de La casa de las dagas voladoras.
Por último, es de señalar la importancia que tiene el mono Suen Wu-kong para el imaginario colectivo infantil de china, llegando a trascender sus fronteras con Japón, pues se ha tomado prestada su figura para dar vida a Son Goku, de Dragon Ball. ¿Que se pensaban, que se lo había inventado Akira Toriyama? Nada más lejos de la realidad. Es más, incluye en su personaje la cola, la nube que le desplaza y el bastón que se alarga, atributos que ya posee Suen Wu-kong, e incluso el cerdo Chu-Pa-kié dará lugar al simpático cerdito Oolong.
Espero no haber traumatizado de por vida a ningún Dragonballmaníaco y recuerden que sin los clásicos de toda la vida no tendríamos en que inspirarnos. Publicado en 1986 por la editorial Altea Junior.